Reconstruir lo destruido
La información reunida en esta investigación, procede de la búsqueda y consulta de los fondos fotográficos conservados en los centros públicos y privados españoles, así como de rastrear las ventas de los negativos de Thomas operadas a través de internet, y de las informaciones facilitadas por coleccionistas privados comprometidos con la conservación del patrimonio.
Según los datos aportados por el primer propietario del Archivo de la Fototipia Thomas, lo adquirió a mediados de los años 80 del pasado siglo, en el Mercat dels Encants, en Barcelona. Aquí se produjo la primera gran división, pues él se quedó con todos los negativos referidos a Cataluña y Madrid, y vendió los del resto de España a un coleccionista valenciano. Este último y su hijo son los responsables de la lucrativa operación que ha destrozado este bien de nuestro patrimonio documental[1], disgregándolo en miles de unidades, que hoy son propiedad de coleccionistas anónimos.
Según nuestras estimaciones, el volumen original del que se componía este archivo para la producción de postales debió alcanzar los 24.000 negativos, incluyendo en él los negativos originales de cámara —en cristal de 13 cm x 18 cm—, de los cuales se obtenían los derivados para la impresión de la postales, en los que se centra esta reconstrucción.
A través de un conocido portal de subastas español, hemos documentado la venta de 3.594 imágenes de dos propietarios distintos, desde el año 2006 hasta el 2021. Del total, en estos quince años, 2.370 clichés han sido vendidos a la pieza por el propietario de origen valenciano, generando un daño brutal a su futura conservación.
Por su parte, entre 2010 y 2016, el otro propietario vendió 1.224 negativos a través de internet y a clientes directos. En este caso, se distribuyeron agrupados por localidad y no por unidades, lo que ha evitado un daño mayor, pero no la dispersión en sí. Son los negativos correspondientes a las siguientes localidades: Ciutadella, El Pont de Suert, El Port de la Selva, El Prat de Llobregar, El Vendrell, Els Prats del Rei, Figaró-Montmany, Gandesa, Gelida, Granoller, Guissona, Igualada, Les Borges Blanques, Llança, Lleida, Llinárs del Vallès, Logroño, Manresa, Martorrell, Mon-Roig del Camp, Montcada i Reixac, Móra d’Ebre, Roquetes, San Viecente dels Horts, Sant Feliú de Llobregat, Sant Pol de Mar, Sant Quintí de Mediona, Sant Sadurní d’Anoia, Solsona, Tafalla, Tàrrega, Tolosa, Tordera, Torrelavega, Ulldecona, Vila-Rodona, Viladrau, Vilafranca del Penedès, Vilanova i la Geltrú y Molins de Rei.
Distribución geográfica de los negativos
Las ventas rotan
Gracias a la colaboración desinteresada de coleccionistas e instituciones, sabemos que 322 negativos de la venta a través de Internet hoy se encuentran en el Archivo Municipal de Toledo, Archivo Mollat-Moya (Zaragoza), Colección Juan Carlos Almazán (Benicàssim y Villa-real), Colección José Luis Cintora (Zaragoza), Colección José Antonio Torcida (Torrelavega), Colección Jerónimo Guilabert (Elche) y Colección Manuel Ordóñez (Zaragoza).
Sin embargo, seguimos desconociendo el paradero de la mayoría de los clichés (3.272), aunque esperamos que, poco a poco, sus propietarios vayan revelando su ubicación, con el fin de asegurar la protección de este bien común de nuestro patrimonio. Sobre todo, teniendo en cuenta, que hemos detectado la rotación en la venta de algunos de esos negativos. Es el caso de los de la empresa jabonera El Chino y La Montaña, de Torrelavega, que se vendieron por internet en marzo de 2011 y, ese mismo año, su comprador los revendió a su actual propietario José Antonio Torcida.
Thomas en los archivos públicos y privados
Dentro del desafortunado destrozo sufrido por el Archivo de la Fototipia Thomas, tenemos el consuelo de que la mayor cantidad de sus imágenes han ido a parar a instituciones públicas y privadas que tienen como fin primordial la conservación del patrimonio documental.
El Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya encabeza la clasificación de las entidades que conservan los clichés de Thomas. Poseen un fondo documental compuesto por cerca de 22.000 objetos fotográficos generados por la empresa catalana desde sus orígenes, de los que 3.508 son negativos para las postales. El principal valor de estos últimos es que, la gran mayoría de ellos, son los negativos originales de cámara que captaron los fotógrafos, el placas de vidrios de 13 cm x 18 cm.
En segundo puesto, el Centro Documental de la Fundación Anastasio de Gracia ha logrado reunir 6.743 negativos para la producción de postales, procedentes de los dos propietarios iniciales. Actualmente, más de 4.000 clichés han sido digitalizados con ayuda de la Subdirección General de Archivos Estatales y se pueden consultar a través de su Archivo Digital.
La Biblioteca Kildo Mitxelena de San Sebastián adquirió, en 2005, a un coleccionista vasco, un total de 207 negativos de Thomas referidos a la provincia de Guipúzcoa. Según la persona que se los vendió, él los había comprado a un coleccionista catalán en 1985, junto a otros 53 clichés correspondientes a Álava —que hoy se conservan en el Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz Pilar Aróstegui— y 117 negativos de Bizkaia. Estos últimos, según la declaración del vendedor, fueron vendidos, en 2002, a una entidad vizcaína que no hemos podido localizar aún.
Por su parte, el Archivo Municipal de Toledo, ha reunido 199 negativos de la capital castellano-manchega, todos ellos comprados en internet, entre 2088 y 2019. Mientras, el Archivo General de la Región de Murcia, adquirió directamente al coleccionista valenciano, 120 clichés de las localidades de Cartagena, Murcia y Archena.
El Centro Documental de la Imagen de Santander, en marzo de 2011, logró reunieron total de 70 negativos de la capital cántabra. Según los datos recogidos por el propio centro, se adquirieron a dos personas. Once clichés fueron vendidos por Carlos Monar que, a su vez, los habría comprado por internet. Los otros 59 negativos se compraron a Joaquín Hernández, desconociéndose la procedencia inicial de los mismos.
El Archivo Histórico Provincial de Huelva compró directamente al coleccionista de Valencia las 33 fotografías de la capital onubense que hoy reposan en su archivo. Lo mismo hizo el Archivo Municipal de Logroño que, según los datos aportados, adquirió los 27 clichés de Thomas por resolución de la alcaldía del 14 de noviembre de 2002. En el mismo año, el Archivo Municipal de Pamplona adquiría a mismo propietario los 20 negativos que hoy conserva.
El extraño caso de la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid
Que la mayoría de los negativos de la Fototipia Thomas se encuentren depositados en archivos públicos y privados es una garantía para su conservación futura. Sin embargo, existe una alarmante excepción entre ellos: la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid.
Esta entidad, según las informaciones publicadas en la prensa en 2010, compró ese mismo año 81 clichés originales de las postales que Thomas dedicó a la capital castellano-leonesa. Las imágenes adquiridas pertenecían a dos series. La primera, numerada del 708 al 768, retrataba lugares y monumentos emblemáticos de la ciudad. La segunda, numerada del 4490 al 4520, estaba dedicada a la antigua Academia de Caballería. Los negativos fueron restaurados y digitalizados y su contenido formó parte de una exposición exhibida en la pucelana Casa de Revilla, entre el 3 de septiembre y el 3 de octubre. Hoy, nadie de esa ha sabido decirnos dónde se encuentran los negativos que compraron. Se han perdido.
La triste historia archivística de la Fototipia Thomas, revela que: entre la ciudadanía de nuestro país, aún falta mucha conciencia sobre la conservación del patrimonio común; que las entidades dedicadas a la conservación de la documentación histórica deberían articular métodos y controles que impidan que un fondo documental o fotográfico, como en este caso, se divida y disgregue en varias partes; que nuestra legislación tiene aún que evolucionar mucho para impedir que se repitan actuaciones como esta, en la que una persona ha obtenido un importante lucro —estimamos entre 60.000 € y 70.000 €— a costa de la historia de todos.
[1] Según la Ley 16/1985 del Patrimonio, integran el patrimonio documental de nuestro país «los documentos con una antigüedad superior a los cien años generados, conservados o reunidos por cualesquiera otras entidades, particulares o personas físicas.